No vive ya nadie en la casa —me dices—; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
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Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Únicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado.
...
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos.
Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa en tren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose.
Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo.
Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado.
Lo que continua en la casa, es el sujeto del acto.
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César Vallejo (Santiago de Chuco, 1892 - París, 1938)
Todo en su obra es original y personalísimo, y de una altura expresiva raras veces alcanzada: sus versos retienen la impronta de su personalidad torturada y de su exacerbada sensibilidad ante el dolor humano.
* Extracto del poema en prosa: "No vive ya nadie en la casa".
(Poemas Póstumos, 1922-1937)
* Foto de portada: Nathan Wright (Sarasota, Tampa)
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