Por Sergio Rinaldi
Bienvenidos a la Estación Verbalia.
Una invitación para auténticos verbívoros, dispuestos a transformar las palabras en un sagrado cuerpo del deseo que nos hablará de una verdad oculta y caprichosa, mucho más allá de lo evidente de sus letras.
Viajar por aquí significará adentrarse en el mundo cifrado, la criptografía, los artificios ludo-lingüísticos y los ingenios literarios que tanto han atraído a enigmistas, estudiosos, cabalistas, escritores y curiosos varios.
Nada que esté fuera de meras asociaciones verbales de tipo lúdico.
Como todos los juegos, el juego de palabras proviene de lo irracional, provoca cierto placer, genera una realidad al margen, y desarrolla sus propias reglas. Es un choque verbal fortuito con pérdida momentánea de los sentidos. Un encontronazo que genera impulsos tan irracionales como los que provoca un enamoramiento.
Para que el choque se transforme en juego es preciso que las palabras implicadas no salgan ilesas. Entendido como un descubrimiento azaroso.
En una reunión de trabajo informal, nos presentan al embajador de Guatemala, un señor llamado Aquiles Pinto Flores y, de manera inmediata, se impone una segunda lectura de su nombre: "Aquí les pinto flores".
A menudo, el choque de palabras se puede reducir a la oposición de dos elementos mínimos, pero el margen de variación es elevado.
El escritor es un combinador de palabras. Borges decía que una de sus máximas aspiraciones era juntar palabras que nunca antes hubieran estado la una al lado de la otra.
Cualquier buen escritor sabe que su materia prima es la lengua y a menudo intuye que la mejor manera de conocerla bien es jugar con ella.
Uno de los artífices de la lengua francesa, François Rabelais, se emboscó tras un anagrama -Alcofribas Nasier- para firmar sus influyentes y soberbios Gargantúa y Pantagruel.
El tono carnavalesco de su prosa, escrita entre 1532 y 1564, es una prueba de la constante transgresión de límites que permite la escritura. Al filosofar sobre las relaciones humanas y las prácticas religiosas, Rabelais inaugura un género satírico de juego verbal basado en la permutación que los retóricos llamaban "metátesis", él llama "antistrofa" y los ludolingüístas llamarán contrapié.
Su hallazgo verbal más reconocido emerge en el capítulo XII de Pantagruel:
"...car il disoit qu'il n'y avoit qu'un antistrophe entre femme folle à la messe, & femme molle à la fesse".
"...Ya que él decía que solo una antistrofa separa a "una mujer loca por la misa" de una "mujer de nalgas fofas".
A vista de nuestros ojos, este contrapié nos llega inocente.
Para las próximas entradas ajústense el cerebro y escurran las neuronas... los esperan laberintos multiacrósticos, técnicas enigmísticas de ocultistas medievales, Ludoacronimia, Heterogramas, Logogrifos, Calambur, Argots Aditivos, Poligramas, Homofonías y Palabras banana... entre otros desafíos.
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Cuando ya había terminado de escribir esta nota nos llegó la triste noticia de la muerte de Marcos Mundstock. Esta sección del Blog es un homenaje a él y a Les Luthiers, en el intento de seguir sus hilarantes huellas de inteligencia en los juegos del lenguaje:
"...Aquí termina la anécdota, pero él te mató. Davía, da. Pará. Más… pero el tema todavía da para más. Esto es… todo… ¿todo? Esto es; todo… todo esto… Esto es, todo es… todo esto es… esto todo esto… ¿Qué es esto? Este seto… este s…esto es toso, toso… ese soto es eso… ese seso es soto… to… todo soso… este… ese te es de Totó o se destetó todo Teté…totó… totó… esé… ¡Ah! ¡Esto es todo! ". ( La carta mal leída, Les Luthiers)
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