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Foto del escritor(Pre)textos

Un cubano con la celeste en el alma.

Actualizado: 30 jul 2020


Por Sergio Rinaldi.



Llega otra crónica desde aquellos días en la Isla, puente por donde transitan fotos, abrazos, gritos de gol, imágenes y voces inolvidables que sortearon distancias para recorrer juntos cielos detrás de la celeste del alma... un personaje increíble que los hará reír, emocionar y generar espontánea empatía, los invito a conocerlo.



Apenas asomó su rostro, parecía estar midiendo la oportunidad de la ocasión, la excusa para dar el paso final. Esa timidez es poco habitual en este lugar del mundo donde las mujeres sostienen la mirada, los hombres "son familia" luego del primer apretón de manos, y ambos hablan con sus cuerpos dibujando la musicalidad del Caribe.


Aquella vez fue diferente.


Era febrero de 2012, durante la Feria del Libro de La Habana, y como siempre la antigua fortaleza de La Cabaña lucía desbordada por miles de personas.

Exposición Mario Benedetti, Feria del Libro, 2012.

El stand reservado para Uruguay estaba felizmente concurrido y recorrido.

Me llamó la atención una pareja detenida en la entrada, ensimismados.

Parecía que estaban leyendo el texto de Mario Benedetti sobre un enorme mural que registraba a Schiaffino acompañando con su mirada al balón que ya se iba, directo a la red, camino a la gloria de Maracaná.



En ese preciso instante no podía imaginar la entrañable amistad que nacería a prueba de construir nostalgias juntos, recorriendo cielos distintos, pintados con la celeste del alma.


Odalys dio el empujón que Alex necesitaba para preguntar sobre un libro visible de frente en el estante superior: Historia de Peñarol, de Luciano Álvarez. Lo señaló y marcó la cancha: Ese es mi cuadro!


El asombro inicial no se agotó ahí. Alex descargó, "Sabías que Benedetti era hincha de Nacional, pero iba a ver a Schiaffino siempre que podía?, decía que él, era poesía".


Aquellos visitantes me instalaron en viejas tribunas. A esa altura de mi vida, luego de 12 años en la Isla, ya estaba "aplatanado" disfrutando los extensos partidos de pelota (béisbol), siguiendo a otros "orientales": el equipo de las avispas santiagueras.


la pelota empieza a rodar


Esta increíble historia de pasión por el fútbol nació en San Nicolás de Bari, cuando en el día de Reyes -como a la mayoría de los niños uruguayos- lo despertaron con una pelota de fútbol, en vez de un bate de béisbol. Alex tenía 5 años.


"Había visto algo de fútbol, muy poco, así que en vez de pegarle a la pelota, le daba patadas... jugábamos con los chamas al costado de mi casa, cerca de la línea del ferrocarril y también al frente, sobre la calle 32, porque por ahí no pasaban autos, así nos cogía la noche con el cuerpo rasposo, picante de los pelotazos de goma."


San Nicolás de Bari es un municipio de la actual provincia Mayabeque, fundado en 1827, pequeño, con 22.000 habitantes, al oeste de la capital. Era un pueblo tranquilo de campo, "mucha caña de azúcar, una playa a 12 kmts que se llama Caimito, arena fangosa, buena langosta y camarones que levantabas con solo arrastrar un cajón de plástico contra el fondo".


Desde los siete años Alex empezó a entusiasmar compañeritos para armar un equipo. Como eran pocos y no llegaban a 11, tuvieron que inventar jugadores, con"pases" de otros deportes tan futboleros... como el judo!?

Alex y el Profe Chirino en S. Nicolás de Bari.

El entrenador Antonio Chirino les trasmitió los primeros fundamentos. Fue el puntapié para crear un equipo en San Nicolás. La tradición futbolera se fue haciendo en la competencia, a golpe de porrazos.


"Los primeros partidos los perdíamos 9 a 0, 10 a 0. Cuando el partido se ponía 4 o 5 goles abajo, recuerdo que Luis Daniel Casas, un amigo que todavía vive allá, se dedicaba a caminar por el campo de juego, recogiendo piedritas... el coach se ponía bravo y le gritaba corre, marca Daniel... para qué? le contestaba, igual no vamos a ganar!"


El entrenador Chirino fue el responsable de transformar aquellas primeras frustraciones de aprendizaje, en un cuadro competitivo. En pocos años los llevó a semifinales, perdiendo un solo partido luego de enfrentar a los otros 18 municipios de la provincia.


Al finalizar las prácticas, Chirino los reunía para hablarles sobre fútbol y contarles historias del deporte más popular del mundo. De su boca escuchó por primera vez detalles sobre la epopeya de Maracaná. "Quedé fulminado, en aquel grupo todos le iban a Argentina, Brasil, Italia, Alemania... Desde ese día, yo me hice hincha de Uruguay a morir."


de imposibles, nada


Un sentimiento de adhesión fue creciendo día a día frente a imposibles, frente a los contras y distancias tecnológicas que forjaron su versión boreal de la garra charrúa.


Luego de aquella charla, llegó el Mundialito del '80, los goles por el Noticiero deportivo y unas revistas llamadas Cuba Internacional donde leyó los primeros artículos sobre la selección. "Las fotos me acercaron a mis primeros ídolos: Enzo Francéscoli y el Polilla Da Silva. Las recorté y empecé a armar un álbum."


Su altar simbólico no se detuvo allí, como buen cubano convocó a la habitual inventiva "pa' resovel" una identidad imprescindible: la camiseta.


"Las camisetas de fútbol, aunque fueran copias, eran muy difíciles de conseguir por aquellos años, así que agarré una enguatada blanca (remera de mangas largas) de uso, y le pinté una franja diagonal con pintura de óxido rojo. Ya tú sabes, cómo se pone un poco dura la tela!... le dibujé un número 9, como la del Enzo".


Alex jugó siempre de delantero centro, como su ídolo, el Príncipe; y otras veces de puntero. Ahí mutaba aquella camiseta de escarlata almidón por blancas tobilleras sobre medias negras, y así era, el Principito.


El mismo día que debía dar un exámen de ingreso a su beca de la Escuela del Campo, jugaba, a la misma hora, Uruguay contra Bélgica, en Italia '90. Increíble fue cómo resolvió el dilema.


Los noventa fue el inicio de la noche larga del llamado Período Especial en Cuba, luego de la caída del Muro de Berlín y el Socialismo Soviético. Golpeó dramáticamente la vida de los cubanos. El fútbol no fue ajeno a esa crisis.


En versión tragicómica Alex recrea sus propias vivencias, como suele ocurrir en la Isla. Con otros tres compañeros fueron a reforzar la selección de Güines, y llegaron a la final provincial. "La debíamos disputar en San Antonio de los Baños, en la otra punta del territorio, la guagua arrancó y se quedó sin combustible por el camino. Llegamos media hora más tarde y perdimos la final por WO!"


contigo a la distancia


Hacia 1997, en la revista cubana Pionero, Alex vio una carta en la sección Correspondencia escrita por niños uruguayos, copió su dirección y les mandó otra pidiéndoles contactos de clubes locales... los niños cumplieron: "Danubio, Huracán Buceo y Rampla me respondieron y Defensor Sporting me mandó una copia de su camiseta, me quedaba un poco apretada, pero me la puse igual. "


Egresado de la Facultad de Lenguas Extranjeras, Alex se especializó como guía de Turismo, eso le permitió abrirse al mundo y cruzarse con muchos uruguayos que lo acercaron a su patria futbolera por adopción.


Así llegaron las primeras camisetas originales, la de Uruguay, una de Nacional, otra de Danubio, y una Agenda de Peñarol, esta última de la mano de un periodista de la 890. Allí tiene anotadas todas las integraciones y los resultados de las Selecciones uruguayas, desde la Sub 15 hasta la mayor, de los noventa en adelante.

"Con Rubén Darío recibí suplementos deportivos de los diarios y así pude seguir la marcha de los campeonatos y la suerte de mi Peñarol. De Peñarol lo primero que me impresionó fueron las fotos de sus defensores, como William Martínez, el Indio Olivera, Obdulio Trasante, el Tano Gutiérrez..., los veía y pensaba: Estos defensas deben ser impasables!"


Toda la vida los colores amarillo y negro le gustaron mucho. Una tarde su madre lo descubrió mirando con mucho cariño un pulover de invierno, que tenía esos colores. "Ni se te ocurra cortarlo pa' eso...", le dijo. Pero el día que hizo 3 goles y ganó su primer campeonato universitario, llegó la recompensa.


"Un amigo tenía una camiseta amarilla y negra. Era de un equipo de Angola; él sabía que yo era hincha Peñarol y al terminar el partido se la sacó y me dijo: te la regalo, tú te la mereces por la alegría que nos distes hoy."


La sorpresa mayor fue cuando su suegra Silvita, lo esperó con un regalo inesperado pero muy deseado: la bandera de Peñarol. Ella es modista costurera y fue rejuntando retazos de otros trabajos, para hacer los girones mirasoles.


Por aquellos días, la televisión cable y navegar por internet era inaccesible para la mayoría de la población, pero eso no fue un problema para Alex cuando la celeste lo convocaba.


"Tenía una radio rusa, marca VEF 206, la viraba para poder sintonizar Radio Caracol. Podía seguir las Copas Américas y las Libertadores. La Copa América del año 89 la seguí completa." Todavía recuerda el relato generoso de los colombianos durante el partido contra Argentina, deslumbrados por los golazos de Ruben Sosa.

Uno de los cómplices de la fidelidad de Alex al fútbol uruguayo fue el tour operador belga para el que trabajaba.

En su oficina sí había tv por cable y un VHS.

Venían los partidos de la eliminatoria del 2002 y consiguió cassettes de 8 y 9 hs para grabarlos, también otros de la Libertadores. Los dejaba grabando de noche, a la salida del trabajo, y al otro día cuando llegaba, levantaba su conquista.


Remontar imposibles nunca amilanó la pasión de Alex por la celeste, parafraseando al cantor: de las risas pueden venir los llantos...


"Una de las cosas más tristes que recuerdo fue la eliminación al Mundial 2006, estaba trabajando con un grupo de Bélgica que viajaba a Baracoa desde Guardalavaca, y fueron 12 horas en bus sin chance de saber el resultado del partido decisivo del repechaje, cuando lo supe, por una llamada que hice a la radio, estuve una hora llorando. Dejé de seguir el fútbol por meses, casi un año, hasta que me reenganché con las eliminatorias hacia Sudáfrica 2010, aquello me lastimó mucho".

Sus cábalas son bastante sui géneris. "Cojo todas las camisetas de Uruguay, la bufanda, y las pongo arriba del sofá. Cuando me voy de gira, por el trabajo, me llevo 3 ó 4 camisetas y si estoy en la calle durante un partido las dejo arriba de la cama, tendidas... acompañado con velas". Su suegra Silvita y su esposa Odalys son supersticiosas y también reproducen ese ritual antes de cada partido, encomiendan la celeste a su panteón Yoruba, los Orishas.


Como buen uruguayo... perdón, cubano, Alex sacó la "cara" por la selección en cada momento y en cada lugar que lo reclamaba. Cuando sus amigos le pasaban factura por la eliminación a dos mundiales seguidos, les recordaba los títulos de la celeste.

"Me decían que era puro cuento y los mandaba pa'l carajo, que se vayan a estudiar un poco de historia del fútbol a la biblioteca."


En su trabajo, habitualmente se pone la camiseta de Uruguay. Un día, en un hotel, un turista español le dice: tú eres un cubano un poco extraño... hincha de Uruguay. "Es sencillo, le dije, es el fútbol que me gusta, me apasiona, ¿eso es extraño?, el campeonato de ustedes me aburre, con ese tiqui taca pa'los costados."


Alex está convencido de que hay envidia porque "somos" un país chico. "¿Cuántos de los países que relativizan los logros de Uy quisieran tener la mitad de sus títulos?"


En el último Mundial de 2018, camino a Las Tunas, jugaba Uy contra Rusia. Tenía embanderado el ómnibus lleno de turistas holandeses, cuando Suárez hace el primer gol, los contras del Ayax empezaron a silbar, decían que no les gustaba Suárez, "agarré el micrófono y les dije: el que hable mal de Suárez, paro el ómnibus y lo dejo botado en la carretera, se queda sin Cayo Coco... se reían."


Además de disfrutar aquel momento inolvidable de los goles de Suárez contra Inglaterra en Brasil casi se mete en problemas con un periodista radial. El episodio se generó después de la famosa mordida de Luis. "Fue un atrevido, dijo que Suárez era un maricón porque andaba de mordidas a otro hombre y que era desleal como deportista y otra sarta de disparates... me vestí para salir a buscarlo al término del programa", por suerte lo paró Odalys.

Cualquier circunstancia sirve de excusa , y él se pertrecha.


"Luego que accedí a internet grabé cientos de horas registrando todo lo que se me cruza sobre el fútbol uruguayo. A los contras les doy pa'que tengan".


Fue recopilando y editando las mejores atajadas de goleros; los más inolvidables relatos; imágenes del 24, 28 y el 30, los goles más importantes o espectaculares, y las patadas "más bellas porque hay que hacerle un homenaje a los que raspan también".


De Rocha tiene algunos goles pero le faltan; "estoy buscando goles de Míguez en la Copa América que son difíciles de encontrar; y el gol de Morena en la del 79, el día que falló dos penales... no aparece".


"Francéscoli, Ruben Sosa, Ruben Paz, el Pato Aguilera y Antonio Alzamendi fueron mis ídolos...los que guardo grabados todos sus goles, son mis cracks. No tengo a Cristiano Ronaldo, no tengo a Messi, no tengo a Zidanne. No tengo referentes en Europa, para mí el fútbol es Uruguay y Peñarol. Cuando juega un campeonato internacional un equipo de Uruguay, incluido Nacional, voy por él, hincho y me alegra si le va bien."


En el altar superior guarda a sus ídolos más grandes, los jugadores del 24, 28 y el 30.


Dorado, Ballestrero y Nasazzi. Uruguay Campeón del Mundo, 1930. Vuelta Olímpica.

"Murieron invictos, nadie los derrotó, cuando la prensa habla de los mejores jugadores de la Historia, es inconcebible que no se los mencione y reconozcan.

¿Con quién podemos comparar a Nasazzi, a Romano, a Scarone, a Cea, a Héctor Castro, al negro Andrade... todo lo que ganaron, los goles que convirtieron?"


Fuimos compartiendo decenas de encuentros, repasamos páginas de esta historia de pasión y fútbol, descubrimos nostalgias desandando fotos, abrazos, gritos de gol, imágenes y voces inolvidables que sortearon distancias para recorrer juntos, cielos detrás de la celeste del alma...


Y no me vengan, después, con ese pastelero de Isla Feroe.



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(*) Texto sobre Mural de Mario Benedetti, extraído de
    “Del exilio se vuelve cambiado, otra persona"

Alex Hernández Vega (San Nicolás de Bari, noviembre, 1972)

Egresado de la Facultad de Lenguas Extranjeras. Guía de Turismo.


Centro delantero y puntero derecho. Pateaba pelotas sobre... la línea del ferrocarril. Usaba tacos con tapones de goma y... tachuelas! Diseñaba camisetas de fútbol... a brochazos de óxido. Especialista en goles de chilena... solo hizo 2. Finalista con Güines... pero se quedó sin "nafta". Ama el fútbol uruguayo... la UEFA lo aburre. Recibe y pasea turistas a lo largo de la Isla de Cuba con la celeste en el pecho y en el alma.




Mis momentos inolvidables del fútbol uruguayo:

# La Copa América de 1985, la oí toda por radio; 
# La del 87, pude ver algunos partidos; 
# La final de la Libertadores 87: Peñarol Campeón.
# La del 89, el momento de Ruben Sosa, aquel partido contra Argentina; 
# El partido de las Eliminatorias contra Ecuador en Quito con el gol 
  agónico de penal de Forlán; 
# El partido contra Ghana en el 2010; 
# La Copa América del 2011; 
# Y los partidos contra Inglaterra e Italia, en el 2014, impresionantes, había como un tabú que no se lo podía ganar a potencias europeas y Uruguay demostró que sí.











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