Este texto su autor lo empezó a escribir en su niñez, guardó en su memoria cada una de las palabras hasta encenderlas en su alma, en una carta que llegó a mis manos en un acto de fé. Cuando terminé de leer este relato desde las garras del corazón, intenté un imposible: salir corriendo a buscar a mi padre, para ahogarlo en un abrazo interminable y susurrarle todas las palabras que nunca encontré para decirle cuanto lo amaba. La publicamos con la ilusión de impulsar a los que todavía puedan intentar, llegar a la zona de promesas.
Si me dejo ganar por papá, si pierdo por retirarme de la competencia del dolor, tal vez resulte ganador.... de algo, no sé, de una cierta "libertad".
-"Está bien papá, te dolió más a vos".
Si pudiera decir eso. Soltarme el grillete.
Los grillos y las cucarachas se comen en plena insectofagia; no es un estudio entomológico ni la Crónica Helstrom*, es una simple y artesanal observación hecha en casa poco después de quedar solo, cuando murió mamá. Quedamos pocos en casa en esa época: yo que era quien hablaba y algunas cosas más, la Coca, perra que se encargaba de muchas más cosas que de ladrar, y los grillos, que grillaban en la noche.
¿Por dónde entraban? Recuerdo haber sellado con jabón los agujeros formados en los marcos de las puertas en la comisura con el piso, pero debían tener buen sabor aquellos jabones porque los grillos se aquerenciaron.
El hábitat preferido por los bichitos era el baño; deduzco que las cañerías eran otra opción para su abordaje pirata, así que mientras me dedicaba a actividades higiénicas de un orden más bien pasivo, me dediqué durante un tiempo a dejar la lectura habitual y pasé a observar la conducta de estas empecinadas visitas, y vi que alguien se comía a alguien... no recuerdo si las cucarachas a los grillos o al revés.
A las cucarachas nunca las dejé participar de mi vida, incluso las batallas con ellas fueron todas exitosas, las repelí todas y cada una de las veces. Los grillos en cambio ocuparon otro lugar para mi. Vivieron en casa un tiempo. Grillos Alderete. Grillete. Gillette. Cortar con una afeitadora un hierro de semejante envergadura, es tarea de paciencia y convicción, por lo que el cambio de táctica fue necesario.
Mucho tiempo vivimos la perra, los grillos y yo en la casa. Hasta tuve la esperanza de encontrar una especie de idioma pre-diluviano y sin Torre de Babel, único, en el que nos encontráramos. Pero no teníamos mucho que decirnos al parecer, porque nadie mostró mucho empeño en la empresa.
Sobre todo los grillos eran unos rompe pelotas y nada más. Lo cierto es que cantaban en las noches. Llegó a no molestarme y cuando por algún motivo misterioso desaparecieron, los extrañé un tiempo. Después pensé, que se vayan a cagar, si no quieren estar acá, que se vayan a la mierda.
Luego de luchas químicas, en contra de la polución sonora doméstica, los había aceptado, casi los quería aunque no los podía distinguir uno del otro. Eso me molestaba porque no les podía poner nombres. Igual que su obstinada y arrogante negativa a cualquier tipo de domesticación.
Si sólo me pudiera acordar quién se comía a quien!!
Cuando era un niño recuerdo, sí, su canto, o su pedido de no sé qué necesidad insatisfecha que le daba a las noches de verano una música propia, característica.
No es que particularmente me gustara, me gustaba sí que el verano tuviera música, que el pasto fuera más verde, los cuerpos anduvieran sin tantos pudores y con más sudores, y sobre todo cierta sensación de expectativa, de que había algo encantado en la noche, mágico, algo por venir, algo que estaba llegando o se prometía, y era cómo no, cálido como las noches engrilladas, con papá tomando su malta (a falta de caña o grappa, buenas son cualquier porquería) y mamá a su lado, disfrutando ella sí, de la malta que papá tomaba porque, bueno, ya sabemos lo del alcohol.
- Mamá! Déjalo ponerse en pedo!, no nos va a hacer peor! Y si nos hace peor nos jodemos.... pero él tiene derecho a su dolor, a sufrirlo como mierda pueda, y no a ahogarlo en maltas y fármacos, a ahogarlo para que nosotros, no suframos... y cómo se ahoga en tanto silencio, en tanta resignación a lo que se le pedía, a lo que se esperaba de él. Mamá, dejá que se ponga en pedo, déjame conocerlo, soltalo a él también.
Estamos todos atados y no nos podemos soltar. Ya está mamá. Ya está papá. Ya está hermanito? Ya pasó todo, y ahora pasan otras cosas.
- Y dónde está mi hijo? Cómo cuál? El que deseo, el que se me prometió, del que tengo escarpines y hasta un nombre, aunque discutible, sobre todo por ser igual al de mi propio padre a quien le juré al pie de su cajón de muerto ponerle su nombre a mi hijo (será por eso que no tengo hijos, será un "grillo éste"?)
Yo no sé qué carajo hacer con mi padre, que escribió algunas de las páginas más importantes de mi historia y quiso fundar, aunque se murió antes, el primer libro de la familia...(lo de mi tío fue un pasquín intrascendente, pobre tío), espero al menos que eso me convierta en "autoridad", o sea, el no saber qué hacer con aquellos que hicieron, que nos hicieron, y que ahora recogemos un legado. Pero que pesa más de lo que mi debilidad puede. El legado del libro, del hijo, de pasar el nombre, de formar la familia, la obligación de no dejarse morir, de no dejarse doblar.
- Papá, cómo te quiero!, tantos años después ¿no?
Fijate, hace 23 años que decidiste. Pará, vos decidiste algo?, o fue simplemente un cáncer hijo de puta que te privó de tus hijos, de tu mujer, de tu vejez, y de algunos de tus mejores años por venir?
Papá, te quiero, te quiero mucho, te amo.
Lamento haber sido tan chico y no poder decírtelo como sí se lo pude decir a mamá.
No te odio por dejarme sin letras, sin palabras, sin saber qué hacer, sin tener a dónde ir a preguntar sin vergüenza, qué carajo hacer acá o allá.... te amo en cambio por ser mi padre, por la vida, por la mía, por la tuya, porque formaste la familia que más puede querer un padre que necesitó de poco tiempo para lograr lo que a mi no me sale y no me sale y no me sale.
Sabés? Te envidio papá. Envidio tu bigote, tu sacón, claro!, tu tristeza con dignidad, no tu tristeza. Envidio que hayas encontrado a una mujer y la hayas amado y te haya amado y hayan tenido hijos y fueran unos padres de mierda como todos los padres, pero los mejores padres.
Envidio como le pegabas a la guinda con las dos gambas. Envidio tu zurda diestra, y tu anarquía radical, anarco de los anarcos, capaz de ir más allá de ellos mismos, aunque me quede la duda siempre de que te quedaste más acá que vos.
Me da pena que no hayas podido con tu propio papá. Que te doblara como a un junco en la playa, soplándote en la dirección que se le ocurría viejo de mierda y perdona porque era tu viejo, pero no debiste ir a Chacabuco, te tenías que haber quedado en el apartamento lleno de humedad y chico, cagados de hambre y llenos de dignidad y de tus huevos y de tu locura.
¿A mi me va a importar a esta altura que estuvieras bastante loco? Ja ja. Me importa que no hayas podido ser más feliz, que no hayas tenido más vida, más cantidad de vida para toda esa vida que llevabas adentro y que roncaba y te hacía convulsionar en estertores moribundos en tu último día.
Bestia, animal sagrado, desbordado, desaforado, al que el cuerpo y el tiempo le quedaron tan cortos, tan chicos a tanta fuerza, tanta vida, tanto amor, tanta pasión que sólo pudiste morirte porque nada, nadie, podía resistirlo, ni vos mismo, matungo cansado de intentarlo y de no pedir agua.
¿Cuánto hacía que no hablábamos? Posiblemente desde dos o tres días antes de que te murieras. ¿Te acordás cómo hablábamos? Me dabas consejos, opiniones, hacías chistes, eras un necio en varios temas, sabías un montón de cosas y ¡cómo nos hubiéramos peleado en algunos temas! Fijate que hasta soy psicólogo ahora... lo que te hubieras reído de eso.... y cómo le hubieras tomado respeto cagándote en todo lo que vos mismo pensabas (necio) sólo por amor a tu hijo.
Papito querido, cuánta falta me hiciste!. Cuánto tiempo me las arreglé sin vos, sin decirte nada, para no joder, no joderte, que no te sintieras mal por haberme dejado tan chico.
Pero ahora soy grande, soy un hombre, y te hablo como un hijo hombre le habla a su padre.
¿Cómo vinieron a dar acá estas letras, cómo fue que derivé en esta charla contigo a través de un robot nacido después de que te moriste y antes de nacer yo como hombre?
Las guardé, las cobijé, las cuidé con manos de orfebre, urdimbre y trama de todas las manos que nos quedaron pendientes desde que te fuiste, todos los besos con bigote, todas las risas brillantes en los ojos, todas tus destrezas, todos tus amores y los míos, y mis esperas por más y más papá, que llegaba tarde, a veces en silencio, y que hoy está acá hablando como nunca, como siempre, como padre, como hijo, como hombre, como marido, como trabajador... perdona, tengo que atender el teléfono, debe ser importante si es a esta hora.
Ahora son mis cosas. Estamos al habla. Un beso enorme, en la frente el tuyo, como nos dabas, yo en la mejilla, como te daba, y un abrazo que te caliente después de tantos años, tus huesos, te juro que los caliento, te lo juro, de tan fuerte, de tanto amor, papá, querido papá.
(*) El científico Nils Hellstrom (Lawrence Pressman) muestra por qué él cree que las hormigas, abejas e insectos poderosos vivirán más que el hombre.
Foto de Portada: Dezaldy Irfianza Irfan.(Groningen, Netherlands)
Profundo amor...somos estos seres sensíbles, que andamos y amamos com dignidad, porque tu decidiste emprender un largo viaje. Papá
Conozco al autor. Lo admiro por muchas cosas, por su libertad, su coraje, su sabiduría. Pero es un chiquilín de barrio, también le pega con las dos gambas, también es anarco. Hoy conocimos a tu papá. Y te voy a decir algo muuuuy feo: "la fruta cae cerca del árbol". Sabes que es broma, no te ofendería con eso. Me encantó la carta.