Los años duros. El recuerdo de los recuerdos que ayudan a construir aquella realidad en otra. Testimonios que emocionan de risa y de llanto, como la vida misma. Desafiando a la muerte y al tiempo, a través de puertas y ventanas que se abren para todos.
Una noticia reciente fue el disparador: Dos militares, que en el año 1972 realizaban los interrogatorios en un Cuartel del Interior del país, fueron procesados por los delitos de abuso continuado de autoridad contra los detenidos y de privación de libertad.
Esta breve historia, sin ninguna ficción, habla, como tantas otras, del interior del país, de contradicciones y dolores, de entreveros y mezcolanzas, de convivencias y alguna
connivencia. De esquinas de adolescencias compartidas. De familias enteras cruzadas por una Dictadura. Habla de aquí, donde nos conocemos todos.
Mis ocho años.
Mis padres, divorciados.
Mi madre, que debía ser directora, por sus ideas era maestra.
La “Loca” Suárez, que no debía ser maestra, era mi directora, por otras ideas.
A mi hermana, con diez años, su directora (que era la mía) la pellizcaba por ser hija de mi madre (que debía ser la directora). Nos cambian de escuela.
El hijo de mi directora pintaba en los muros: “El diario es bolche”.
El diario era de mis tíos, los hermanos de mi madre. Uno de izquierda y profesor destituido, el otro batllista.
El diario publicaba cada día un editorial con la foto de Don Pepe, sustituida después de varias clausuras, por un espacio en blanco que gritaba más fuerte que la foto.
El otro hermano de mis tíos y de mi madre, médico militar.
Mi padre y su esposa, tupamaros.
Mi tío (el hermano de mi padre y más amigo de mi madre) también.
Mis diez años
Mi madre se casa con el amigo de mi tío, cerca del pueblito de los padres de mi padre, para que no se publique, en el diario de mis tíos, el edicto que constataba que era menor que mi madre.
Años antes, el esposo de mi madre, sin trabajo por el cierre de la Junta Departamental, ayudaba a militantes clandestinos.
Su buzo aparece en un berretín.
Su cuñado, esposo de su hermana y capitán del Ejército, lo encuentra y no lo denuncia, pero se lo hace saber.
Mis siete años.
Cae preso mi tío, el hermano de mi padre, amigo de mi madre y de su esposo.
Cae otro tío, el primo de mi padre, al otro día de cumplir los dieciocho (esperaron que fuera mayor).
También caen mi padre y su esposa.
Los tortura el cuñado del esposo de mi madre.
Lo asiste, un médico militar: mi tío
Cruzados por estas historias, pero de un lado: mi hermana y yo
Adentro de todas ellas, marcada por su dignidad y siempre de este lado: mi vieja.
Germán. Montevideo, junio de 2020.
" Rescatar el pasado, así como pergeñar mundos donde soñamos con una condición humana diferente, son en sí mismo actos de resistencia. " Mario Delgado Aparaín.
Portada: Cecile Dachary. (Francia)
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