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Foto del escritor(Pre)textos

La eternidad por fin comienza un lunes...

Con Mario Benedetti.



Así desahoga su primer verso el cubano silencioso, observador, rumiador de metáforas y reinventor del pretérito: Eliseo Diego, en el poema Comienza un lunes.



La eternidad por fin comienza un lunes

y el día siguiente apenas tiene nombre

y el otro es el oscuro, el abolido.



El pasado 2 julio, Eliseo cumplió 100 años, como los cumplirá su amigo Mario Benedetti, quién se propuso difundir a través de diversas valoraciones la obra de uno de los escritores latinoamericanos menos correspondido por su valiosa creación.


Ya en 1967, en una nota que escribiera para la revista Casa de las Américas, Mario reclama una lectura pausada e indagadora de toda la obra de este autor ... para confirmar que su presencia en las letras cubanas ha sido algo así como un hilo conductor que serenamente la atraviesa, regulándola, trayéndola a cauce. (1)



Y en él se apagan todos los murmullos

y aquel rostro que amábamos se esfuma

y en vano es ya la espera, nadie viene.



Nostalgia es la primera palabra que acude al crítico cuando se enfrenta a la poesía de Eliseo, tan evidente es la voluntad de rescate que allí se concentra.


Sin embargo, conviene señalar que la nostalgia de este creador, no desarraiga a los seres y a las cosas de un pasado que inconscientemente se vuelve trampa y se vuelve retórica; más bien prefiere trasladarse, casi diría en persona, a contemplarlos, a sentirlos, a tributarlos.

Su añoranza es un trato igualitario, mano a mano, con los objetos que el pasado eligió para amueblar su memoria, y que a su vez esa misma memoria elige para desempolvar.

la eternidad ignora las costumbres,

le da lo mismo rojo que azul tierno,

se inclina al gris, al humo, a la ceniza.



Como ya señalara, la también poeta, Ida Vitale, la palabra será en sus manos el instrumento que jamás rechina, que no se vulgariza ni traiciona, mientras, a la vez, parece venir por la línea del menor esfuerzo, como un fruto del tiempo . (2)


Quizá el poema en que más clara aparece esta actitud, sea El sitio en que tan bien se está , despabilado reposo en que el autor se instala a disputar serenamente al tiempo su destino.


Nombre y fecha tú grabas en un mármol,

los roza displicente con el hombro,

ni un montoncillo de amargura deja.



Antes que re-crear las imágenes del pasado, prefiere reconstruir su mirada de entonces, y más aún: los sueños que la respaldaron. Aquí no pasa nada, no es más que la vida/ pasando de la noche a los espejos .

El poeta se obliga a ser testigo y detector (“Escribo todo esto con la melancolía de quien redacta un documento ), pero en ciertas ocasiones crea para ese pasado una presencia actual, que hasta se anima a trasladar allí al lector: Oigamos las figuras, el son tranquilo de las formas, / las casas transparentes donde las tardes breves suenan


Por supuesto, Eliseo no consigue derrotar al tiempo, pero sí vender cara su derrota: con sus sucesivas treguas, con sus inventados respiros, con sus buenos pretextos, va demorando al tiempo, le va implícitamente proponiendo que no transcurra; en fin, lo va combatiendo con sus mismas armas, con su mismo estilo de erosión.



Y sin embargo, ves, me aferro al lunes

y al día siguiente doy el nombre tuyo

y con la punta del cigarro escribo

en plena oscuridad: aquí he vivido. (*)



Tiene una singular capacidad para inmovilizar un instante. ¿Acaso no representa semejante inmovilidad una parcela de tiempo ganada al tiempo?


En Eliseo Diego la memoria no se disuelve en añoranza, sino le da a las cosas una nueva, oscura y sobrepujada resistencia. Su nostalgia se ha transformado en lección; en dura lección aprendida en las relaciones con su paraíso perdido.


El poeta, el ebanista, recoge los melancólicos derelictos... “Un poema no es más/ que la felicidad, que una conversación/ en la penumbra, de todo/ cuanto se ha ido, y ya/ es silencio”.

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(1) Mario Benedetti en Revista Casa de las América, número 42, mayo-junio, 1967.

(2) Ida Vital, en semanario Marcha, Montevideo, abril 28 de 1967.

(*) Poema: Comienza el Lunes. Cuatro de Oros (1990)








BIBLIOGRAFÍA

Prosa:
En las oscuras manos del olvido (1942)
Divertimentos (1946)
Versiones (1970)
Noticias de La Quimera (1975)
Libro de quizás y quién sabe (1989)

Poesía:

En la calzada de Jesús del Monte (1949)
Por los extraños pueblos (1958)
El oscuro esplendor (1966)
Libro de las maravillas de Boloña (1967)
Los días de tu vida (1977)
A través de mi espejo (1981)
Inventario de asombros (1982)
Veintiséis poemas recientes (1986)
Soñar despierto (1988)
Cuatro de Oros (1990)
En otro reino frágil (1999)
Aquí he vivido (2000)
Poemas al margen (2000)

PREMIOS

Premio Nacional de Literatura (Cuba) (1986)
Premio Juan Rulfo (1993)



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