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La injerencia de EE.UU en el proceso hacia el golpe de Estado.

Actualizado: 30 jun 2020


Por CLARA ALDRIGHI




Desde el ascenso de J.F. Kennedy a la presidencia, en 1961, hasta mediados de la década del setenta del siglo pasado, uno de los rasgos notorios de la política exterior de EE.UU para América Latina fue el uso deliberado de programas de asistencia y de las misiones diplomáticas para promover sus políticas de "defensa nacional".


En Uruguay tuvieron un momento de inflexión en 1972, cuando sus diplomáticos advirtieron la fuerza que había adquirido el Frente Amplio. Los analistas de la embajada y del Departamento de Estado creían muy probable su victoria en las elecciones previstas para 1976.

El principal objetivo de EEUU era evitar un posible triunfo del Frente Amplio en 1976.

La diplomacia ejercería su influencia no solo por sus canales habituales, sino mediante presiones al gobierno, los políticos y especialmente las fuerzas represivas, en las que incidía directamente, con sus programas de asistencia militar y policial.


Informes desclasificados por el Departamento de Estado indican que a partir de 1965 los funcionarios de la embajada trabajaban en: "impedir el advenimiento de un gobierno hostil a EEUU".


En enero de ese año, había llegado a Montevideo, Adolph Sáenz, primer consejero del Programa de Seguridad Pública (PSP) de la Agency for the International Development (AID), dependiente del Departamento de Estado, cuyo cometido era fortalecer a la Policía como "primera línea de defensa" contra el avance del comunismo y la insurgencia guerrillera.


A partir de entonces los funcionarios del PSP junto a los del Grupo militar de la embajada (MILGP), impulsaron la consolidación de una "segunda línea de defensa", la unión de la Policía y las Fuerzas Armadas en la lucha contrainsurgente.


Este importante objetivo pudo concretarse en 1971, cuando el presidente Pacheco Areco encomendó a las Fuerzas Conjuntas la dirección de la campaña antisubversiva.

En la eventualidad que esta línea "cediera", recurrirían a las Fuerzas Armadas para preservar la "seguridad nacional".


Aunque en 1965 Uruguay gozaba de una relativa paz social, los funcionarios norteamericanos observaron que: "El creciente deterioro de la situación económica es favorable a la creación de un intenso y grave descontento y de una insatisfacción pública, que favorecerán movimientos de cambio violento y subversión, si bien no existe ahora una activa amenaza de insurgencia. Pequeñas facciones de derecha, con elementos civiles y militares, constituyen una posible, aunque limitada, amenaza para el presente gobierno (...) Sin embargo, el Partido Comunista permanece como la mayor amenaza para la seguridad interna...aunque pequeño en número, el partido está bien organizado y explota su status legal, promoviendo huelgas, manifestaciones y disturbios." (1)


Tres años fueron suficientes para aumentar la capacidad represiva a huelgas y manifestaciones.

El entrenamiento a cuerpos antidisturbios fueron realizados por oficiales uruguayos, especialmente adiestrados en la Academia Internacional de Policía (IPA) en Washington.


Adiestramiento en el uso de gases lacrimógenos.

A mediados de 1968, cuando se contaban por decenas los manifestantes heridos por armas de fuego, Sáenz informaba a Washington:

"El impacto de nuestro Programa es verdaderamente evidente (...) El staff de la AID constituye un apoyo moral para la Policía en estos momentos (...) Desde enero hasta setiembre de 1968, 224 desórdenes de significativas proporciones fueron exitosamente controlados por la Policía. Estamos alentándola para que desarrolle nuevos planes...".


Los instructores del PSP asignados a Uruguay, - A. Sáenz, W. Cantrell y C. Bernal- trabajaron diariamente con los jerarcas policiales en estrecho contacto con el ministro del interior Eduardo Jiménez de Aréchaga y su subsecretario Jorge Suárez, disponiendo en conjunto las tácticas a seguir en la represión.

Armas automáticas, del PSP a la G. Republicana

El entrenamiento, los equipos, armas y vehículos, todas las granadas de gases y otras municiones químicas fueron proporcionadas por el Programa. Se aceleró la producción de cachiporras de madera, cuyo modelo había introducido Sáenz en 1965.

El presidente Pacheco expresó varias veces a la embajada su satisfacción por el desempeño de la policía y su agradecimiento a los instructores norteamericanos. (3)


A fines de agosto de 1968, urgentemente pedido por Sáenz, llegaron desde Washington, 50 escopetas calibre 12, 42 de las cuales fueron destinadas a la Guardia Republicana, utilizadas por primera vez en la represión del 20 de setiembre, causando la muerte de Hugo de los Santos y Susana Pintos. (4)


Rivero y Jefes de la AID en Montevideo

Comandaba los efectivos policiales el jefe de la Metropolitana, teniente coronel Alfredo Rivero, entrenado en los cursos del PSP.


En el informe mensual enviado a Washington, los consejeros relativizaron las muertes, precisando que "los estudiantes habían usado armas de fuego y que las víctimas eran integrantes de las Juventud comunista".



En ese año, el mayor logro de la embajada fue incorporar al ejército y a la marina en la represión "anticomunista". La politización de las Fuerzas Armadas fue estimulada tres años antes que la ofensiva guerrillera "justificara" políticamente, en setiembre de 1971, el viraje institucional de su rol de defensa exterior al de defensa interna.


Para incentivar la participación militar en la ofensiva contra huelgas y manifestaciones, se movilizaron personalmente el embajador Robert Sayre y el jefe del MILGP coronel Lorenzo Caliendo, convocando reuniones con el ministro de Interior y Defensa, sus respectivos subsecretarios, los comandantes de las tres armas y los jefes policiales.


En agosto de 1968 el MILGP supervisó y colaboró en el entrenamiento de 400 marinos, destinados a controlar las instalaciones de UTE y ANCAP, más tarde les proporcionó entrenamiento antidisturbios.


Despedida popular a Líber Arce, agosto de 1968.

Desde Washington se indicó a Montevideo que la AID estaba particularmente interesada en el establecimiento de un centro de operaciones conjuntos policial y militar de jurisdicción nacional. (9)


Siguiendo estas instrucciones, el embajador Sayre encomendó a Caliendo, la preparación de un proyecto que fue presentado en octubre de 1968 al ministro de Defensa general Antonio Francese. El jefe del MILGP propuso la formación de un "Centro de Informaciones y Comunicaciones" que se financiaría con fondos del Programa de Asistencia Militar (MAP) y se instalaría en el Ministerio de Defensa. (10)


Mientras tanto, los funcionarios del PSP y el MILGP, en sus relaciones personales con los altos mandos militares y jefes policiales insistían en la necesidad de superar las resistencias corporativas de mandos militares y jefes policiales, y emprender tareas en conjunto. Las Fuerzas Armadas no veían con buenos ojos la subordinación operativa a los mandos policiales. (11)


El 1 de febrero de 1971, los ministros de Interior y Defensa aceptaron finalmente las sugerencias de los instructores y crearon un comité de coordinación de alto nivel entre la Policía, el ejército, la marina, la fuerza aérea y la Policía marítima, para la lucha antisubversiva, inmediatamente empezaron las reuniones de planificación de operaciones. (12)


El estallido de las luchas sociales proporcionó un fuerte impulso a la asistencia del PSP. Aunque en el acuerdo suscripto en noviembre de 1964 por el gobierno uruguayo con la AID para la instalación de una misión de Seguridad Pública se estipulaba que el objetivo era la modernización y capacitación de la Policía para el "mantenimiento de la ley y el orden", el PSP era en realidad un programa de contrainsurgencia.


Las instructores de Seguridad Pública estaban vitalmente interesados en desarrollar el aparato de inteligencia

"Seguiremos esforzándonos por inculcar a los uruguayos los peligros del comunismo y la subversión a fin de suscitar mayor interés, preocupación y demandas para esta importante función." (13)


Así pues, la creación en 1967 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), financiada en parte por el PSP y supervisada por Cantrell, había sido un paso de capital importancia para la embajada. (14)


La CIA estaba estrechamente vinculada a la DNII: hasta 1969 a través del mismo Cantrell. (15) Diariamente un minucioso informe de la actividad de los diferentes departamentos era enviado por "orden superior" a la embajada. (16)


Personal de la Embajada y equipamiento antidisturbios

Los sucesivos jefes de equipo del PSP - Saenz, Mitrione, Driggers y Guzmán- y los consejeros de investigaciones a ellos subordinados, supervisaron y orientaron paso a paso el trabajo de la DNII hasta junio de 1974 cuando el Programa fue clausurado.


Varios documentos desclasificados del Departamento de Estado revelan que los funcionarios de la CIA y de la Defense Intelligence Agency (DIA), adscriptos a la embajada, proporcionaban información proveniente de fuentes uruguayas propias a la inteligencia policial y militar, a través de los funcionarios del PSP y el MILGP.


La contraofensiva policial del 14 de abril de 1972, que culminó con la ejecución de seis integrantes del MLN-T, fue supervisada por el equipo del PSP, integrado en ese entonces por Roy Driggers, Lee Echols, José Hinojosa y Richard Biava.


Los ataques fueron realizados por dos comandos de la DNII, al mando del Inspector Castiglioni y del comisario Campos Hermida. Ambos oficiales habían recibido entrenamiento antiguerrilla en Estados Unidos en los meses precedentes. (17)


A su regreso, y luego de entrar en vigencia la Ley orgánica Policial, Pacheco dispuso una reestructura de las jerarquías policiales. A fines de mayo de 1971 designó en los puestos clave a un conjunto de oficiales entrenados en la IPA de Washington. Castiglioni obtuvo el puesto más decisivo: director de la DNII.


Su nombramiento era esperado por los consejeros de la Seguridad Pública, que lo consideraban el hombre más efectivo, autoritario, enérgico y "altamente motivado" para el combate contra el MLN. "El efecto de estos cambios tiende a dar una leadership más agresiva y profesional a las fuerzas de seguridad", informaban a Washington. (18)


A Castiglioni lo consideraban el hombre más efectivo, autoritario, enérgico y "altamente motivado" para el combate.

La reestructura se cumplió luego de que Byron Engle visitara Uruguay entre el 2 y el 6 de mayo, para supervisar directamente, los planes de la ofensiva antiguerrillera. Al llegar a Washington, Engle escribió sus impresiones: "Sin embargo, los Tupamaros no tienen diez pies de altura. A pesar de encenderse con brillo con espectaculares represalias contra objetivos selectos, relativamente buena seguridad y prensa favorable, un esfuerzo sostenido contra ellos puede tener éxito. (19) Llevaría tiempo y requeriría coordinación, planificación, coraje político y una variedad de medios empleados simultáneamente (...) Un esfuerzo mucho mayor debe ser llevado a cabo tanto en los frentes judicial, policial, político y militar, para tener éxito".


"La situación puede mejorar mucho si los dos gobiernos se arremangan y se dedican decididamente a ello".

Desde mayo de 1971 fueron designados como ministro de Interior y subsecretarios de Interior y Defensa personas estrechamente vinculadas a la embajada, calificadas como "buenos amigos" y propulsores de la "línea dura", en la lucha antisubversiva:

en primer término Danilo Sena, Armando Acosta y Lara y Carlos Pirán.


Durante su mandato, los grupos parapoliciales y paramilitares conocidos como "escuadrón de la muerte", multiplicaron los atentados con explosivos a los domicilios de personalidades de izquierda e iniciaron los asesinatos o desapariciones de tupamaros.


El "escuadrón de la muerte" no fue creado por franjas desviadas de los aparatos de inteligencia policial y militar, que actuaban con autonomía del poder político, sino que fue impulsado directamente por el gobierno de Pacheco, según señaló el ministro del Interior Sena, al embajador de Estados Unidos en setiembre de 1971. (21)


En el informe Anual al Congreso acerca de los éxitos obtenidos en 1972 por el PSP, Charles Guzmán observa: "El equipo de consejeros de Seguridad Pública de la USAID ha jugado un rol considerable en acrecentar las habilidades de la policía uruguaya para enfrentarse a las amenazas subversivas (...) Pero si la acción conjunta de la Policía y las Fuerzas Armadas llevó al definitivo derrumbe de la organización Tupamara, el duro y fundamental trabajo original y la dedicación necesaria para aportar las bases de las acciones posteriores, fueron aportadas exclusivamente por la Policía con la esencial participación del equipo de Seguridad Pública de la USAID" (22)


Uruguay fue durante 1971 y 1972 un campo de experimentación para las políticas de seguridad interna aplicadas posteriormente por EEUU en otros países. (23)


A fines de 1973, los Documentos del Departamento de Estado presentados al Congreso por el senador James Abourezk, revelaron que su gobierno, através del PSP, había adiestrado a oficiales de policía extranjeros, entre ellos a 16 uruguayos, (uno: Víctor Castiglioni) en el diseño, fabricación y colocación de bombas explosivas "caseras" y artefactos incendiarios.


Se trataba de cursos iniciado en 1969, cuya parte teórica se impartía en el IPA, mientras el " trabajo de campo" de cuatro semanas se realizaba en la Academia de Control de Fronteras, en Los Fresnos, Texas, financiado por la AID, con instructores de la CIA. (Klare-Stein 19-22)


Entre los 16 uruguayos que recibieron este entrenamiento también se hallaba un tupamaro, Miguel Ángel Benítez, subcomisario de la DNII. A su regreso, prosiguió con su trabajo de oficial de inteligencia y llegó a ser guardia nocturno de los marines en Montevideo. Sus informes sirvieron de base al filme Estado de Sitio, de Costa Gavras. (24)


Las denuncias efectuada en 1973 en la prensa y el Congreso estadounidense sobre el involucramiento del gobierno de Estados Unidos en el terrorismo policial en América Latina acrecentaron la sensibilidad pública.


Durante la investigación parlamentaria, se demostró que las policías de los cuatro mayores receptores de las ayudas de la AID en América Latina -Brasil, Guatemala, República Dominicana y Uruguay- además de aplicar sistemáticamente la tortura, habían formado los más activos grupos clandestinos para ejecutar atentados, asesinar y desaparecer "elementos subversivos".


Para diciembre de 1973, ya consumados los Golpes de Estado en Uruguay y Chile, el Congreso norteamericano votó la extinción de todos los programas de asistencia policial aún en curso en el extranjero.


Para entonces, el terrorismo de Estado estaba firmemente implantado en Uruguay.


Potenciado por la dictadura, con la participación de hombres entrenados por el PSP y el MAP, hasta 1984 sumiría al país en la etapa más infausta de su historia.



Fotos interior: National Archives and Records Administrations, College Park MD, RG286. Usaid / Ops.



Artículo tomado del libro: EL PRESENTE DE LA DICTADURA. Estudios y reflexiones a 40 años del golpe de Estado.

De: Aldo Marchesi, Vania Markarian, Álvaro Rico y Jaime Yaffé.



Autora: Clara Aldrighi (1952, Bolonia, Italia) Es una escritora, ensayista, profesora y periodista italiana que adoptó la ciudadanía uruguaya, al año de vida. Aldrighi realiza actividades académicas y científicas en la UdelaR, como profesora de historia contemporánea, y en el campo de las ciencias de la comunicación. Ha publicado numerosos trabajos en libros y en revistas especializadas.



Documentos: AID Montevideo (AIDM) a AID Washington (AIDW). Public Safety Review. National Archives and Records Administrations, Washington DC. Records of Agency for International Development. Office of Public Safety. Latin American Branch. Country Files, Uruguay (USAID/OPS)


Documentos: del Departamento de Estado, Uruguay 1965-1973.





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